El esclavo ha estado oliendo las malolientes calcetas sudorosas de la Princesa durante mucho tiempo. Finalmente, la Princesa « permite » que el esclavo retire sus calcetas con sus dientes y luego « Ponlos en tu boca! » Ella luego hace que su esclavo baje el reposapiés del reclinable y se ponga de rodillas y a cuatro patas para servir como su reposapiés con su boca amordazada con sus dos calcetines sudorosos y su nariz enterrada en las plantillas de sus zapatos apestosos que ella llevó todo el día. No hay razón por la cual el esclavo debe ser su reposapiés, ya que el reclinable ya tiene uno incorporado, pero la Princesa le gusta humillar a sus esclavos para que sepan cuán inútiles son... Especialmente desde que está aspirando el sudor de sus calcetines y oliendo sus zapatos mientras está de rodillas y a cuatro patas.