El sumiso fue convocado por la Ama Saran sin saber para qué. Después de afeitarse todos sus vellos púbicos, la Ama Saran le pone una cinturón de castidad y se queda con la llave. En el ajustado cinturón de castidad, su pene no tiene espacio para moverse. Sabiendo esto, la Ama Saran lo tortura en sus pezones y su trasero, haciendo que su pene se ponga erecto dentro del estrecho encierro. El sumiso suplica para que se quite el cinturón de castidad porque su pene hinchado duele, tratando de desplegarse en su prisión. Pero no tiene más opción que obedecer a la Ama Saran hasta que ella decida sentirse como para quitarle el cinturón de castidad. La Ama Saran aprovecha la situación y disfruta tratándolo como un juguete a su antojo.