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Un día hermoso, mientras paseaba por el desván de un almacén retro, donde numerosos atuendos vintage encontraron su santuario, Gwendoline se topó con un vestido vintage maravilloso. Era un recordatorio de cuentos de hadas y sueños. Un vestido así merecía una ocasión especial para ser usado. En uno de sus fantasías, se imaginó que el vestido era tan resplandeciente y mágico que los ratones de colores simplemente lo habitaban. Gwendoline eligió una ubicación adecuada: un viejo castillo abandonado lleno de polvo y secretos. Preparó un pequeño picnic en una de las habitaciones abandonadas y se sentó en su atuendo vintage. Ratones de colores emergieron de los suelos y las esquinas, dispersándose por toda la habitación. Ella atrapó tres ratones. Ella comió los ratones de colores, masticando ruidosamente y saboreando la dulzura en su lengua.<\/p>"