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Hoy, vas a demostrarme exactamente cuán completamente patético y desesperado eres en realidad. Vas a renunciar a los orgasmos permanentemente porque, seamos honestos, no mereces el placer. Ni siquiera la cruel burla de la estimulación y la negación. Ya no más tocar, ya no más acariciar, ya no más nada. Dile adiós a tu llave, porque nunca más la vas a usar. Vas a soldar esa cerradura, sellando cualquier esperanza de liberación. Y en cuanto a esa idea patética de que tal vez puedas correrte analmente, oh, vas a suplicar, vas a rogar, vas a sacar tu trasero y moverlo como una zorra desesperada, esperando que te dé un mordisco de alivio. Pero ¿te lo daré? Absolutamente no. No mereces ese tipo de misericordia. Tus orgasmos, tu placer, son todas cosas del pasado ahora. Tu mente se convertirá en un charco de babas bajo el peso de tu negación perpetua. Esta es tu vida ahora. Esta es lo que mereces.
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