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Mi vecina cotilla Rachel Adams no pudo resistirse a preguntar por qué tantas chicas hermosas venían a visitarme. Su constante interrogatorio y espionaje me molestaban, así que decidí darle un sabor de lo que realmente sucede. Con habilidad, la ato firmemente con cuerda y la silencié con una bola de bola, dejándola en una posición estricta e indefensa. Mientras luchaba y mascullía a través del bola, la dejé sola para que reconsiderara su curiosidad. La habitación estaba en silencio, excepto por el leve sonido de sus medias y el ocasional crujido de las cuerdas contra el cuerpo de Rachel. El aire estaba cargado de tensión y expectativa, como si estuviera esperando algo para suceder - o no suceder - entre nosotros. Pero todo lo que podía pensar era en lo satisfactorio que se sentía finalmente tener algo de control sobre las preguntas interminables de Rachel.<\/p>
Todo el bondage es consensuado, y la trama es con la lengua en la mejilla.<\/p>"